Septiembre Mes de la Biblia: Preguntas para la enseñanza II parte

1.      ¿Cómo se interpreta la Biblia?

Es la misma palabra de Dios la que nos responde esta pregunta:

Neh.8:8“Y leían en el libro de la ley de Dios claramente,  y ponían el sentido,  de modo que entendiesen la lectura.”

Este versículo nos evidencia que la exposición de la palabra de Dios debe ser clara, explicativa y sencilla. El mismo apóstol Pedro hablando con respecto a las escrituras nos dice: “entre las cuales hay algunas difíciles de entender,  las cuales los indoctos e inconstantes tuercen,  como también las otras Escrituras,  para su propia perdición.” (2P. 3:16). Los pasajes “difíciles” deben entonces entenderse  a la luz de otros versículos más claros y directos, interpretándose así la Biblia a través de sí misma y no a través del capricho imaginativo del hombre. La correcta exégesis (explicación) de la Palabra implica por tanto dos normas básicas: “leer claramente”, o sea leer lo que dice literalmente el escrito y no lo que nos gustaría que dijese. Y, por otra parte, “poner el sentido”, o sea leer a la luz del contexto gramático e histórico, esto es, no leyendo un versículo de manera aislada, sino en relación a la sección de la escritura en que se encuentra (contexto gramatical) y poniendo atención a las circunstancias y época en que fue escrito (contexto histórico). El creyente no está solo en la labor de comprender la palabra, pues el Espíritu Santo le asiste para que la entienda y aplique en su vida. Que nuestra oración sea la del salmista: “Abre mis ojos,  y miraré Las maravillas de tu ley.”(Sal. 119:18).

2.    ¿Qué opinaba Jesucristo acerca de las Escrituras?

Lucas 2:41-52 nos ilustra la historia de Jesús a los 12 años: “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas.” (Luc. 2:46, 47). ¿Qué hacía Jesús en el Templo de Jerusalén a esa temprana edad? El texto nos dice que Jesús oía, preguntaba y respondía ¿sobre qué? Sobre lo que atañe tratar en el Templo de Dios, de aquel entonces y de ahora: las Sagradas Escrituras. Posteriormente, al iniciar su ministerio y ser tentado en el desierto su defensa fue siempre “escrito está” (Mat. 4:1-11), mostrándonos así el poder las escrituras como arma contra la tentación. En otra oportunidad cuando los saduceos lo ponen a prueba con la pregunta acerca de la resurrección (Mat. 22:23-33), Él les recrimina: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.” (Mat. 22:29), reprendiendo así la falta de conocimiento de su Palabra. En Juan 5:39 tenemos la clara y directa orden del Maestro: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” No nos dice “les sugiero que escudriñen”,  “les recomiendo…”, “si quieren…”, sino que nos ordena de forma imperativa “Escudriñad”, mostrándonos además que todas las Escrituras apuntan en dirección a Él. Aún después de su gloriosa resurrección expone la palabra a sus discípulos, leemos en Lucas 24:27 “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.”Y en Lucas 24:32: “Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Roguemos a Dios que al igual que sus apóstoles, nuestro corazón, mente y alma arda y se regocije en su SantaPalabra.

3.    Pregunta para la meditación personal: Si desaparecieran todas las Biblias de la Tierra ¿Seríamos capaces de reconstruirla todos los hijos de Dios?, ¿aportaríamos aunque fuese un versículo?