sábado, 11 de septiembre de 2010

Septiembre Mes de la Biblia: Preguntas para la enseñanza III parte

  
   1.-   ¿Por qué la Biblia se divide en “Antiguo” y “Nuevo” Testamento?

La palabra “Pacto” puede tener dos connotaciones dependiendo de las partes involucradas. Comúnmente significa “acuerdo” o “contrato” entre dos hombres, naciones o entidades. Corresponde así al “trato” hecho entre dos partes que están en igualdad de condiciones uno con respecto a otro, el cual contiene obligaciones, deberes, privilegios y sanciones.Ejemplos de esto en la escritura lo tenemos en la “alianza” que deseaban hacer los gabaonitas con Josué (Jos. 9:6), el “pacto” prohibido entre los habitantes de Canaán y los israelitas (Jue. 2:2), el "pacto” entre David y Jonatán (1S. 23:18).No obstante, la distancia entre Dios santísimo y el hombre pecador es tan inmensa que es imposible una relación o “acuerdo” entre ambos de igual a igual. Por ello, le ha placido al Señor relacionarse con el hombre a través de “Pactos”, dos a saber: El antiguo Pacto y el Nuevo Pacto. Y cuando se trata de los pactos de Dios con el hombre, la palabra “pacto” tiene una connotación muy distinta a la de un simple “acuerdo”, sino que más bien significa “Testamento”, porque las disposiciones de un testamento son establecidas por una persona (en este caso Dios) de manera absoluta y soberana, sin el consejo de nadie, o sea es totalmente unilateral, y el hombre es simplemente el receptor, quien como un vasallo ante el rey, se inclina, baja la mirada y se somete a las disposiciones de su amo y señor. Dijo un erudito: “Un pacto es un símbolo de la gracia que Dios sitúa entre sí mismo, que es quien la ofrece, y el hombre, que es quien la recibe”. “Lo propio de Dios es dar, y lo propio del hombre es recibir”. La palabra “Testamento”, resume en sí misma la deuda y el deber que tenemos para con Dios. Estamos en “deuda” porque nuestra nueva relación con Dios es debida a la aproximación de Dios y no a nada que nosotros pudiéramos haber hecho. Tenemos un “deber” porque hemos de aceptar las condiciones de amor, fe y obediencia impuestas por Dios, y no podemos alterarlas. En consecuencia, las divisiones de la Biblia en “Antiguo” y “Nuevo” Testamento dan cuenta de las dos formas en que Dios ha tratado con el hombre en la historia; primero: mediante el pacto de obras (Antiguo pacto), y luego, mediante el pacto de gracia (Nuevo Pacto). ¿Cuáles son sus principales características?

1.       PUNTOS DE SEMEJANZA: Los dos pactos concuerdan en cuanto:
(a)    Al autor: Dios es el autor de los dos; únicamente Dios pudo establecer pactos como estos.
(b)   Las partes contratantes: que en los dos casos son Dios y el hombre.
(c)    La forma externa: es decir, condición y promesa.
(d)   Los contenidos de la promesa: que en ambos casos es la vida eterna.
(e)   El propósito general: Que es la exaltación de la Gloria de Dios.

2.       PUNTOS DE DIFERENCIA:
(a)    En el pacto de obras Dios se presenta como Creador y Señor; en el pacto de gracia, como Redentor y Padre. El establecimiento del primero fue impulsado por el amor y la benevolencia de Dios; el del último, por su misericordia y gracia especial.
(b)   En el pacto de obras el hombre aparece simplemente como criatura de Dios rectamente relacionada con su Dios; en el pacto de gracia aparece como pecador que ha pervertido sus caminos y que puede presentarse únicamente como una parte en Cristo, el Fiador. Consecuentemente, no hay mediador en el primero, en tanto que sí lo hay en el último.
(c)    El pacto de obras estaba sujeto a la eventualidad de la obediencia incierta de un hombre cambiable, en tanto que el pacto de gracia descansa sobre la obediencia de Cristo como Mediador, obediencia que es absoluta y segura.
(d)   En el pacto de obras la obediencia a la ley es el camino de la vida; en el pacto de gracia, ese camino es la fe en Jesucristo. La Fe que se requería en el pacto de obras era una parte de la justicia de la ley; en el pacto de gracia, en cambio, la Fe es únicamente el órgano por medio del cual tomamos posesión de la gracia de Dios en Jesucristo.
(e)   El pacto de obras era conocido en parte por la naturaleza, puesto que toda la creación da cuenta de la existencia de Dios; pero el pacto de gracia se conoce exclusivamente por medio de una revelación especial positiva.

El antiguo pacto está abolido, como se expresa enfáticamente en Hebreos capítulo 8, donde leemos: “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (v.13).

El establecimiento del pacto de gracia fue profetizado por Jeremías (capítulo 31): “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón, y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” (Jer. 31: 32-33). Y luego en el capítulo 32 leemos: “Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.” (Jer. 32: 40-41).

¿Qué marcó la transición entre un pacto y otro? Sin duda la venida de nuestro Señor Jesucristo, quien cumplió a cabalidad la ley de Dios: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas, no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mat.5:17).Fue el propio Jesucristo quien marca el inicio de esta nueva dispensación de la gracia de Dios en la última cena al levantar la copa de vino y decir: “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” (Mat. 26:28).

Nosotros nacimos y vivimos en el pacto de gracia, “un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Heb.8:6). Un pacto que selló Jesucristo con su propia sangre, no para salvar a “todos”, sino a “muchos”, valoremos el privilegio, y la honra inmerecida de estar entre los elegidos por Dios, entre los depositarios de su gracia y misericordia, y no entre los que recibirán la ira y juicio venideros: “Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días” (Sal. 7:10-11). “visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Exo. 20:5-6).

2.-   Oración para la meditación personal en este mes de la Biblia:

Señor Dios todopoderoso, soberano y excelso, bendíceme a través de la constante y deleitosa lectura de tu palabra, abre mi entendimiento para comprender tu palabra, hazme diligente en su escudriñamiento diario, impregna mi mente de tu santa doctrina, para conocerte más de cerca y que todas mis acciones reflejen así tu justicia, y para que mis palabras tengan siempre sabiduría. Que todo, sin embargo, sea para tu adoración, tu gloria, y el engrandecimiento de tu reino. Amén.

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Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” (Hch. 17:11)

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón,  y de toda tu alma,  y con todas tus fuerzas.
Y estas palabras que yo te mando hoy,  estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos,  y hablarás de ellas estando en tu casa,  y andando por el camino,  y al acostarte,  y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano,  y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa,  y en tus puertas.” (Deu. 6:5-9).

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